La contaminación acústica está reconocida como un problema de salud pública y es uno de los agentes contaminantes más agresivos, según la Convención de Estocolmo de 1972.
Con motivo del Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido, AFELMA (Asociación de Fabricantes Españoles de Lanas Minerales Aislantes) recuerda la importancia de garantizar el confort acústico en los hogares, especialmente en zonas urbanas donde la exposición constante al ruido afecta directamente a la salud y al bienestar. Tráfico, obras, locales de ocio, instalaciones técnicas o vecinos ruidosos generan una exposición acústica diaria que afecta directa e indirectamente a la calidad de vida. La contaminación acústica está reconocida como un problema de salud pública y su impacto se ha convertido en objeto de creciente preocupación social.
En este día tan señalado, AFELMA alerta del impacto del ruido en la salud y pone el foco en la necesidad de actuar desde la edificación, dotando a los hogares de un nivel de confort acústico que garantice el descanso, la intimidad y la protección frente a los efectos perjudiciales del ruido.
El ruido no solo molesta, también contamina. En 1972, la Convención de Estocolmo de las Naciones Unidas reconoció el ruido como uno de los agentes contaminantes más agresivos. Más de cinco décadas después, y tras múltiples estudios científicos, se ha demostrado que el ruido puede tener un amplio impacto en la salud. No solo afecta al oído, sino también al sistema cardiovascular (hipertensión, arritmias), al sistema respiratorio (aumento del estrés oxidativo), y al aparato digestivo (trastornos funcionales por estrés). También se asocia con alteraciones del sueño, reducción del rendimiento cognitivo en niños, ansiedad y dificultades de concentración.
En este contexto, el hogar se convierte en el primer escudo frente al ruido exterior. Por ello, la calidad del aislamiento acústico de los edificios es clave para garantizar una vida saludable y confortable.
Las lanas minerales, fabricadas a partir de materias primas naturales como la roca volcánica o materiales reciclados como el vidrio, son una solución eficaz para el aislamiento acústico de viviendas. Su estructura porosa y densa permite absorber y amortiguar el sonido, posibilitando reducciones de ruido de 70 decibelios o superiores en edificios.
Además, las lanas minerales son un material versátil, apto para su aplicación en fachadas, cubiertas, suelos y falsos techos, tanto en obra nueva como en rehabilitación. Esta capacidad de adaptación es especialmente relevante en el parque edificatorio español, donde más del 50% de las viviendas tienen más de 40 años y carecen de un aislamiento adecuado, tanto térmico como acústico.
Además de sus propiedades acústicas, las lanas minerales ofrecen protección térmica y resistencia al fuego, lo que las convierte en una solución multifuncional, segura y respetuosa con el medio ambiente. Su uso contribuye a cumplir los objetivos climáticos marcados por la UE en materia de eficiencia energética y reducción de emisiones en el sector de la construcción.
Desde AFELMA se hace un llamamiento a las comunidades de propietarios y administraciones locales para que prioricen el aislamiento acústico en obras de rehabilitación, mejora de eficiencia energética y accesibilidad. Incorporar materiales como las lanas minerales no solo favorece el confort interior, sino que también aumenta el valor del inmueble, reduce el consumo energético y refuerza la salud pública.
“El confort acústico no es un lujo, es una necesidad. En nuestras ciudades, las viviendas deben ser un refugio frente al bullicio exterior, y las soluciones constructivas con lanas minerales garantizan una protección duradera, eficiente y sostenible”, señala Miguel Ángel Gallardo, presidente de AFELMA.
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